La nieve enseñó el pasado sábado sus dientecillos blancos, apenas dientes de leche que, no obstante, impidieron que Luis García Montero llegara a Burgos para recibir el premio que la Asociación Cultural Al Ándalus le ha otorgado con ocasión de su vigésimo quinto aniversario. La ausencia es una forma de invierno, tiene escrito el poeta, pero en Burgos, más allá de la climatología, el invierno es una forma de estar, de ser, incluso. Los burgaleses somos invierno en ocasiones, entre otras, cuando tanto nos cuesta reconocer y ayudar a quienes se esfuerzan por aportar cultura desde el ámbito privado a toda la sociedad, como Al-Ándalus o la Sociedad Filarmónica. Hace unos días, Darío Tamayo, clavecinista del grupo de música antigua Íliber Ensemble, reconoció públicamente el valor de la Filarmónica, que desde 1910 viene ofreciendo conciertos de música clásica con un tesón digno de elogio, no siempre reconocido y valorado por administraciones y organismos que pueden prestarle ayuda para que esta iniciativa privada goce de buena salud. Es el invierno burgalés, ese invierno del que habla el poeta Montero, colmado de nieve, de ausencia, de huellas de lobo. Como en noche de nieve,/ el lobo que marcó los almanaques/ ha marcado sus huellas. Uno tras otro, los artistas que pasan por la Filarmónica dan muestra de su admiración por la labor cultural que lleva a cabo, uno tras otro, desean que se mantenga y fortalezca, uno tras otro, reconocen su singularidad y su fuerza motriz en el panorama de la música culta en Burgos. El de la Filarmónica no ha sido, ni es, un camino de rosas. No siempre se abren las puertas a las que llama, no siempre se comprende su importancia y valor, algo que, sin embargo, es comúnmente reconocido por quien viene de fuera, -nadie es profeta en su tierra- y en no pocas ocasiones se despacha a la Filarmónica para que vaya con su música a otra parte. El invierno de Burgos, ese invierno propio, que hace peligrar la supervivencia, que hace perder oportunidades de crecer. Que no puedas perder lo que perdiste/ no da tranquilidad, sino vacío. García Montero. Grande.

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